El VIH es la propagación de un virus a través de ciertos fluidos corporales que ataca el sistema inmunológico del cuerpo, en especial las células CD4, que se suelen llamar células T. Con el paso del tiempo, el VIH puede destruir un número tan alto de esas células que el cuerpo no puede vencer las infecciones y las enfermedades. Estas células especiales ayudan al sistema inmunológico a vencer las infecciones. Si no se lo trata, el VIH reduce el número de células CD4 (células T) del cuerpo. Ese daño al sistema inmunológico hace que al cuero le resulte cada vez más difícil vencer las infecciones y algunas otras enfermedades. Las infecciones oportunistas o los cánceres aprovechan un sistema inmunológico muy débil y eso indica que la persona tiene SIDA.
Todas las personas entre los 13 y los 64 años de edad deben hacerse análisis para detectar VIH al menos una vez. Si su conducta lo pone en riesgo después de hacerse los análisis, debe pensar en hacérselos nuevamente. Algunas personas que corren mayor riesgo deben hacerse análisis con mayor frecuencia.
Si el resultado de su último análisis para detectar VIH fue negativo, debe hacerse un análisis para detectar VIH en caso de que conteste «sí» a cualquiera de las siguientes preguntas sobre su riesgo desde ese análisis:
Los hombres homosexuales o bisexuales sexualmente activos pueden beneficiarse con exámenes más frecuentes (p. ej. cada 3 a 6 meses).
El VIH se puede contraer o transmitir únicamente a través de actividades específicas. Lo más frecuente es que las personas lo contraigan o transmitan a través de conductas sexuales y del uso de agujas o jeringas.
Solo determinados fluidos corporales (sangre, semen, líquido preseminal, fluidos rectales, fluidos vaginales y leche materna) de una persona que tenga VIH pueden transmitir el VIH. Esos fluidos deben entrar en contacto con una membrana mucosa o tejido dañado o inyectarse directamente en la corriente sanguínea (con una aguja o jeringa) para que se produzca la transmisión. Las membranas mucosas se encuentran dentro del recto, la vagina, el pene y la boca.
En los EE. UU., el VIH se propaga principalmente por los siguientes medios:
El tratamiento del VIH incluye tomar medicamentos que hacen más lento el progreso del virus en el cuerpo. El VIH es un tipo de virus denominado retrovirus y los medicamentos que se usan para tratarlo se llaman antirretrovirales (ARV). Esos medicamentos siempre se administran combinados con otros ARV en una terapia combinada que se denomina terapia antirretroviral (ART). Se han utilizado muchos medicamentos en ART desde mediados de la década de 1990 y por ese motivo el número anual de muertes relacionadas con el SIDA ha descendido durante las últimas dos décadas.
Aunque todavía no existe una cura para el VIH, una ART puede mantener sana a una persona durante muchos años y reduce en gran medida las probabilidades de transmitir VIH a las parejas si se toma de manera continua y correctamente. Una ART reduce la cantidad de virus (o la carga viral) en la sangre y los fluidos corporales. Se recomienda una ART a todas las personas que viven con VIH, independientemente de cuánto tiempo hayan tenido el virus o cuán saludables se encuentren.
El tratamiento para el VIH es muy posible que resulte satisfactorio si uno sabe qué esperar y se compromete a tomar los medicamentos exactamente como se los recetan. El trabajo con el proveedor de cuidados de la salud para desarrollar un plan de tratamiento ayudará a aprender más sobre el VIH, a controlarlo de manera más efectiva y a tomar decisiones que ayuden a vivir una vida más prolongada y más sana. El tratamiento del VIH también reducirá en gran medida las probabilidades de transmitir el VIH a las parejas si se lo sigue de manera continua y correctamente.